Los expertos aseguran que usarlo los primeros 24 meses no es malo; sus efectos en la dentición son reversibles, calma al bebé y reduce el riesgo de muerte súbita
Si hay algo que genera debate entre los padres es el uso del chupete y sobre cuánto tiempo ha de llevarse. Muchos alegan que su utilización desde muy temprano puede afectar a la dentición del pequeño, incluso, llegan a definirlo como una “condena a que el niño lleve aparato corrector de adulto”. Ahora los expertos piden calma: “Llevar chupete durante los dos primeros años de vida no tiene efectos irreversibles en la dentición, calma al pequeño, le ayuda a conciliar el sueño y evita el riesgo de muerte súbita», explica Juan Carlos Pérez Varela, presidente la Sociedad de Ortodoncia (SEDO) en un comunicado. El Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) es muy temido por los padres y se define como el fallecimiento repentino e inesperado de un niño menor de un año aparentemente sano. Suele darse con más frecuencia entre los dos y cuatro meses de vida. Y se estima que en España se dan unos 100 casos al año.
Además, aseguran que «el uso del chupete es menos perjudicial para el menor que el hecho de que se chupe el dedo ya que le puede ayudar a succionar mejor, como si fuera una especie de gimnasia”, añade el experto. “Los problemas pueden llegar cuando el bebé utiliza el chupete más allá de los dos años. A partir de esta edad, con todos los dientes de leche fuera, el chupete ya habrá cumplido su función de aliviar al niño, entre otras”, incide Pérez Varela.
Según explican los expertos, es cierto que el uso permanente del chupete descoloca los dientes, «pero vuelven a reubicarse unos meses después de interrumpir su utilización si lo hacemos antes de los dos años. El motivo es que no llegan a producirse malformaciones de la articulación temporomandibular ni deformaciones óseas significativas que modifiquen la arcada dental definitiva».
Problemas que puede causar el chupete
- Introducir el chupete y succionar de forma no nutritiva puede hacer que los centrales inferiores se desvíen paulatinamente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el mismo plano, pero en el maxilar superior, tiendan a separarse y a sobresalir hacia fuera (lo que conocemos como dientes de conejo).
- Su utilización excesivamente prolongada en el tiempo (más allá de los 24 meses) puede provocar que los caninos choquen entre sí y ambas filas de dientes no se cierren correctamente causando una maloclusión conocida como mordida abierta, es decir, que los dientes superiores se vayan hacia adelante, y los inferiores hacia atrás.
- Además, la acción de succionar pone en funcionamiento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que, finalmente, las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo causando mordida cruzada. Sin embargo, para que las malformaciones sean evidentes, es necesario ejercer una presión más o menos constante durante varias horas diarias.
- Retirarlo a una edad tardía, puede afectar a la colocación de los maxilares, deforma el paladar y la mandíbula.
Cinco recomendaciones de la SEDO para el uso del chupete:
- Emplear el chupete como método para evitar la succión del dedo, que tiene unas secuelas más graves.
- Limitar el uso del chupete a los 18-24 meses de edad, ya que existe una fuerte asociación entre este hábito y la alteración en la posición de la lengua que puede dar lugar a que el pequeño muerda mal.
- Ajustar el tamaño del chupete con relación a la boca del bebé, porque si no es adecuado potenciará que se puedan generar deformaciones.
- No mojar el chupete en azúcar, zumo o miel.
- No utilizar el chupete para retrasar una comida.
¿Uso de ortodoncia?
Si la malformación que el chupete ha provocado es muy evidente los padres pueden llevar al niño al ortopediatra para hacerle un tratamiento interceptivo. Pero lo habitual es que sea en la revisión ortodóncica recomendada a los 5 o 6 años cuando se diagnostique. «En ese momento se podrá hacer un tratamiento de ortopedia dentofacial que pueda evitarle incluso una operación en la edad adulta», termina Pérez Varela.
Fuente: El País